August 01, 2008

Amor a primera vista

Recuerdo el primer día que lo vi, era una mañana de Abril en la que había despertado determinada a dejar atrás mi pasado, me prometía dejar de llorar y oraba por reunir fuerzas para confiar y volver a empezar.
En medio de esa determinación, me levanté de la cama de un salto al leer en mi blackberry un mensaje urgente para un conference call en 10 minutos a partir de ese momento. La urgencia era tal que me instale frente a mi laptop para enterarme de que iba la urgencia. Una de las divisiones de mi empresa estaba involucrada en una auditoria con un cliente muy importante; el diagnostico inicial no era muy alentador y había que acercarse a la autoridad. Revise los documentos y el nombre de quién firmaba la orden era completamente desconocido para mi, pero sonaba interesante. Era un apellido que jamás había escuchado, nunca pensé que se quedaría grabado para siempre en mi memoria. Una de mis mejores amigas del medio, me ayudó a conseguir una cita con la Autoridad firmante esa misma mañana. Terminada la conferencia, regresé a mis primeros pensamientos del día, mi firme resolución por ser feliz, disfrutar y pasar página. Apurada por la cita con la Autoridad, elegí que ponerme y fui más allá; decidí que ese día había que esforzarse más de lo normal en el arreglo personal pues iniciaba mi nueva vida hacía la paz y felicidad.
Llegó la hora de la reunión, me presenté en su oficina justo a la hora de la cita. Cecy no aparecía y Lizi salía a buscarla. Me quede a solas con él y al observarlo con detenimiento y una curiosidad inexplicable, estalló dentro de mi una emoción que jamás olvidaré. Fue la explosión de una burbuja chispeante y embriagante que subía del estómago al corazón dejando huellas hasta hoy imborrables. Me había enamorado a primera vista y ahí comenzó todo. Un encuentro sorpresa que la vida me estaba regalando para recuperar la fe en el amor, en mi capacidad de sentir y en la confianza de vivir. Era el principio de uno de los capítulos más dulces de mi vida.
Tuvimos meses de conversaciones largas, interminables. Fueron desayunos, comidas y cenas que se inventaban sólo con el afán de estar cerca. Los dos estábamos frente a algo nuevo e inexplicable. Un día me preguntó con cierto dejo de frustración ¿Por qué no nos conocimos antes? Yo le respondí: No era tiempo y antes no nos hubiéramos reconocido. Divino momento que nos hizo coincidir. Con los días y pegados al teléfono, se fue tejiendo una red de confianza y seguridad. Nos fuimos descubriendo y entregando poco a poco hasta que nuestros cuerpos se conocieron, dándole un nuevo significado al placer. Trabajamos juntos, viajamos juntos, dormimos juntos, soñamos juntos. Fue mi renacimiento al amor y la ilusión. Se comenzaron a escribir las primeras páginas de una vida más plena y vibrante. Hoy agradezco a Dios por esta experiencia y le pido me de fuerza para saber cuando soltarla.

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