De pronto un día te encuentras que todo lo que era, ya no es. Todo lo que creías seguro, ya no está. De la “vida hecha” pasas a la incertidumbre total de tus días. Estas sola y tu vida cabe en unas cuantas cajas resultado de la repartición de bienes y del acuerdo matrimonial. Tienes los fines de semana libres y sola, tus amigas están casadas o tienen novio. Tu familia ha hecho su vida y tu no encuentras la tuya.
Son muchas las recetas que nos dan para superar un divorcio, rompimiento, despecho, muerte o la situación que sea; pues al fin y al cabo todas son pérdidas que te obligan a hacer un alto y replantearte los pasos a seguir; pero lo más importante es que te enfrentas a replantearte la vida que quieres vivir.
Te refugias en el trabajo, pero no le da el sentido que esperas. Te deprimes y lloras por cualquier tontería y cuando te miras al espejo te deprimes aún más por los ojos inflamados y la nariz colorada. Engordas o enflacas demasiado, te descuidas y así menos preparada estas para “salir al mercado”. No sabes ligar pues has estado fuera de circulación durante mucho tiempo, tanto que no conoces a los hombres; excepto aquel del que te separaste y depende de cómo te haya ido le tienes o miedo o coraje al resto de ellos. Te dedicas a “living la vida loca” usándolos y desechándolos al amanecer, pero quedas más desgastada que al principio.
Estas líneas vienen de mi experiencia que es el divorcio. Para algunos, es la liberación de un lastre conflictivo y en el mejor de los casos el fin de una vida de sufrimiento y de soledad en compañía. Para otros es una decisión forzada, ajena a su libre voluntad; hay también para quienes es un arranque de ego, orgullo y vanidad para recuperar su “libertad” Cualquiera que sea el caso, desde mi punto de vista, es una oportunidad, es el inicio de una nueva vida, en dónde de ti depende que sea positiva o bien te lleve al noveno círculo del infierno.
Tus amigos y familiares te ven triste y te dicen que no te preocupes, que todo pasará y que el tiempo lo cura todo. En ese momento y con esa frase lo único que te apetece es mandarlos a visitar a su madre. No hay nada que te consuele y el dolor de la separación (aunque sea sólo costumbre) te nubla la vista y no alcanzas a ver que de esta crisis tienes la oportunidad de crecer y reverdecer. Hoy, 3 años después y sin la menor duda puedo decir que así es, la única medicina efectiva es el tiempo y el trabajo interior para sacar lo mejor de esa situación. Ha llegado el momento de la verdad y la elección y decisión es solo tuya.
En mi caso, no fui tan lista para ir directamente a la solución y tuve que pasar por el infierno. Al principio para superar mi divorcio comencé a ocupar mi tiempo – algo que debí de haber hecho aún estando casada, pero cometí el error de que mi marido era mi vida- Tomé clases de Yoga, Meditación, Budismo, Fotografía, Mexworks y hasta francés. Leí decenas de libros, me inscribí a cursar una maestría, fui al psiquiatra, me cambié de casa y muchas cosas más.
Nada me curaba, yo seguía llorando por los rincones y rogando a Dios ya no me dejará vivir. Después de pasado un tiempo, algo empezó a funcionar, tenía menos resistencia y estaba más abierta. Todos mis esfuerzos aportaban un granito de arena, que sumando me ayudaban un poco a que cada día fuera mejor que el anterior. Eso me sirvió y me ayudo a distraerme, aunque también a gastar una muy buena cantidad de dinero para que al final no encontrara la respuesta total y absoluta para el olvido que estaba buscando.
En ésta búsqueda necia y desesperada de remedios instantáneos, una muy buena amiga regia me recomendó un curso más: Pathwork. Es de lo mejor que me he topado en mi vida y a pesar de no ser instantáneo y al contrario ser bastante largo, ha sido el tirón que necesitaba para salir del hoyo. En otro post les explicaré más lo que significa el Pathwork, pero para el fin de esta reflexión, les comentó que Olga, mi maestra, me dijo: "deja de perder el tiempo y gastar tu luz iluminando a lo pendejo, mira e ilumina tu interior que ahí está la respuesta"
No fue hasta que me dio esa pequeña pista que entendí que nada de lo que había afuera, podía curar mi interior. No podía seguir gastando energía tratando de llenar mi interior con el exterior, sin antes saber que había dentro y que era lo que exactamente necesitaba.
Inicié un esfuerzo de autoconocimiento, de reflexión interior y de mucho trabajo personal. Lo que encontré no me gustó nada, me avergonzaba ver lo tramposa, mañosa y cobarde que había sido conmigo misma y que eso había contribuido a que mi matrimonio fracasara.
Descubrí que no tenía idea de lo que quería en mi vida, la mayoría de las decisiones que había tomado hasta entonces habían sido circunstanciales o bien me había dejado llevar por los deseos y expectativas de otros, más que de mis proyectos y sueños personales. Era totalmente incongruente y muy insegura. Después de enfrentarme a mi miseria, aceptarla, convivir con ella y transformarla a partir del amor y paciencia hacía mi, fue que pude descubrir la medicina para curar y superar mi perdida.
La receta es simple y el secreto es que necesitas mucha voluntad y perseverancia para ponerla en práctica. Es necesario que te conozcas, te enfrentes a tu propia miseria, entiendas tus motivaciones, adoptes la honestidad como un valor intransferible, te aceptes, te perdones y te redefinas. Una vez logrado esto, es entonces que sabes el camino para pasar página y seguir adelante. No es simple, pero vale la pena intentarlo.
Mira esta experiencia como la oportunidad de reinventarte, de ser valiente y ser quién siempre has soñado. La única receta para llegar al otro lado es mucha paciencia, perseverancia, tolerancia y amor -casi lo mismo que necesitas para tener un matrimonio con éxito- pero ten en cuenta que nada es gratis y una vida feliz -personal e individual- se puede lograr fácilmente solamente a partir del trabajo interior. Recuerda que nadie puede dar lo que no tiene y si no tienes todo lo anterior para ti misma, no se lo podrás ofrecer a nadie. No te desanimes, aunque por el momento no lo parezca, habrá alguien que se muera por recibirlo y tu recobraras la alegría por darlo.
No es nada fácil, mucho menos es un proceso rápido, sino todo lo contrario... es largo y doloroso, tortuoso y desgastante, pero al final la recompensa es mucho más grande y satisfactoria, pues te conviertes en dueña absoluta de ti misma.
Ánimo, que hay mucha luz después del túnel! Lograrás no necesitar que te digan que eres bella, pues estarás convencida de ello. Te volverás a enamorar, igual o más que antes, será diferente, pues a partir de conocerte sabrás lo que en verdad quieres y tu vida será más sencilla y sobre todo más plena.
Disfruta, vive, siente, anímate, esfuérzate, ten fe, confianza, paciencia y esperanza. Te prometo que la recompensa será el amor pleno y total hacía ti y hacia otros. Sabrás que has triunfado y que lo que en un principio parecia una pesadilla y un tropiezo, ha sido de las mejores experiencias de vida pues te ha dado la verdadera oportunidad de ser feliz.