July 02, 2008

Algo de política


De niña soñé con llegar a ser mamá, antropóloga, cardióloga, periodista, escritora, bailarina de ballet y otras profesiones más, pero cuando finalmente elegí mi carrera de Lic. en Relaciones Internacionales mi sueño era llegar a ser diplomática.

Hasta ahora no soy política de profesión, ni trabajo para el gobierno federal, aunque últimamente me llama ser funcionario público más que político, -la línea es muy delgada, pero bueno- el caso es que por un reajuste de planes acabé haciendo carrera en el mundo corporativo.

Al no haber abandonado del todo mis sueños de adolescente, se ha mantenido en mi el interés por la vida política en sus tejes y manejes. Ahora que tengo más tiempo libre, aprovecho y disfruto al leer los principales diarios nacionales y así fantasear sobre lo que yo haría si estuviera en los zapatos de los políticos mexicanos objeto de las primeras planas.

El otro día llamó mi atención una editorial que narraba cómo un ciudadano común y corriente, -como tu o yo- incursionó en la política y se dejó seducir por el lado malévolo de ese mundo que puede parecer tan fascinante, obtuvo como resultado la descalificación y ridículo a nivel nacional. El Sr. X era un respetado y admirado abogado corporativo, académico de una prestigiosa universidad, que al llegar a las grandes ligas no supo manejarse con pericia en la perversa estructura de la política mexicana.

Según el editorialista comentó que el individuo en cuestión, no conocía los principios básicos “salvavidas” para evitar perderse en su desempeño político. Entre sus principales fallas fueron el no saber evitar y contenerse a la fascinación que ejerce el poder, tampoco tenía el cinismo altamente desarrollado, ni la malicia y el estómago para desempeñar el papel de canalla de tiempo completo.

El Sr. X no nació en cuna política que le permitiera desarrollar desde pequeño estas habilidades. Le costó mucho trabajo dar concesiones a los principios de honestidad y decencia que había cultivado previamente hasta que finalmente sucumbió y cayó rendido a la perversión del sistema; pervirtiéndose a si mismo y echando por la borda su carrera política y vida personal.
La política y el poder son altamente seductores y para algunos hasta afrodisíacos, pero al ser tanta la tentación prefiero abstenerme y sólo en este caso ser espectadora más que protagonista.

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